SAN SEBASTIAN.- Dice el director guatemalteco Jayro Bustamante que para los latinoamericanos el realismo mágico no es sólo un movimiento literario, sino que forma parte de sus vidas. En su película “La llorona”, ha recurrido a los fantasmas para hacer justicia, la que buscan las víctimas del conflicto interno de su país.

“La llorona”, que clausura este viernes la sección Horizontes Latinos del Festival de cine de San Sebastián (España), reinterpreta una leyenda de tiempos de la Conquista, la de una mujer india que ahoga a sus hijos tras ser abandonada por el hombre, europeo, al que se entregó y es condenada a vagar llorando durante el resto de su existencia.

Bustamante ha dado la vuelta al mito, lo ha transformado en “una madre tierra que llora a sus desaparecidos”. Esa “llorona” es la que empieza a escuchar por las noches un anciano, el general retirado Enrique Monteverde (Julio Díaz), que se enfrenta a un proceso por genocidio, del que resultará absuelto tras declararse nulo el juicio.

Mientras su familia cree que puede padecer Alzheimer u otra demencia, el general se sentirá cada vez más acosado por los fantasmas del pasado, lo que coincide con la llegada a la casa de una nueva criada, una misteriosa indígena llamada Alma.

La familia del general se encuentra además encerrada porque la casa esta rodeada por cientos de manifestantes que protestan por la nulidad de los juicios, un aislamiento que acrecienta la turbación de los protagonistas.

El filme planea sobre los crímenes del conflicto armado de Guatemala (1960-1996), que muchos quieren “esconder” o desean “olvidar”, señala el realizador en una entrevista con EFE.

Opina que “no se puede mirar hacia delante cuando el tapete está lleno de cadáveres” y por ello es especialmente crítico con esos “movimientos modernillos, positivistas”, que no son partidarios de echar la vista atrás.

“Es un movimiento que lo único que hace es quitarnos la responsabilidad, eso es muy grave”, afirma.

Recalca que es preciso hablar de lo ocurrido porque “las heridas no están cerradas” y que su generación -él nació en 1977- tiene “una necesidad” de “poner luz sobre esos problemas que el país quiere esconder, tanto desde el nivel político como social”.

Eso explica, según él mismo comenta, que el otro director guatemalteco presente en Horizontes Latinos, César Díaz, un año más joven que él, participe con una película de la misma temática y tintes autobiográficos, “Nuestras madres”.

Bustamante es el único realizador con dos títulos en esta sección, ya que compite con “Temblores”, en la que aborda el tabú de la homosexualidad en Guatemala, y la cierra con “La llorona”, que se proyecta fuera de concurso.

Teme que cuando esta película llegue a los cines de su país sea objeto de un boicot mayor que el registrado con “Temblores” ante su estreno hace seis semanas.

“Hablar en contra de la impunidad de los crímenes de guerra está visto de nuevo como ‘comunista’, la gente lo toma como que estás defendiendo a la guerrilla. Hay un orden lógico: los juicios habría que empezarlos por quien causó el mayor número de muertes. Hay que comenzar dando el ejemplo y juzgando al Estado primero, pero eso no quiere decir que no haya que juzgar a los otros”, asevera

Por ello, galardones como el de las Jornadas de Autores de Venecia con el que ha sido distinguida “La llorona”, no sólo significan mucho para él como apoyo a una cinematografía que “no tiene luz propia”, sino también como “protección”.

“Dependemos mucho de la mirada internacional para poder existir, pero además no es un cine muy esperado ni querido en mi país. La prensa internacional nos ha servido para que no nos puedan destruir desde muchos lugares. Seguimos viviendo como en una olla de cangrejos, necesitamos aún el respaldo internacional para poder tener un mínimo de reconocimiento en el país”, destaca.