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Es la personalidad, parida por las grandes desigualdades sociales, económico-políticas. Hurguemos en los 519 años de presencia europea, ahí se inicia este gran lastre.

Nuestra isla, es el laboratorio, donde se injerta este mal en América; la rebeldía del primer gobernador de la isla, Francisco Roldan Ximenez, demandando la asignación de tierra, indios esclavos a lo que se denominaría las Encomiendas, por medio de la cual  los que no pertenecían  a la corte del rey, los que se la jugaron, en el “primer viaje de Colón” comenzarían participando del pastel y  su enriquecimiento.

Los reyes católicos, la nobleza, el clero y los funcionarios aseguraron sus canonjías, los acompañantes de Colón eran desamparados, delincuentes  que solo tenían la sombra y su memoria análoga  guerrerista, de una pobre península Ibérica, desangrada en sus luchas de siglos con los árabes, dogmática y llena de desigualdades.

En aquella época, el trabajo y agricultor era una persona sin estatus social. Indios, negros, mestizos esclavizados no tenían derecho  en nuestras estructuras organizativas, ni tampoco los españoles  recogidos en las islas canarias, su vida desaparecía a los 30 años de edad.

Demos una ojeada, a los que detentan las riquezas despojadas a nuestras tierras y trabajadores. Su fenotipo, forma del cuerpo, corresponde a una selección aleatoria  del vago, sobrealimentado, lúdico, vicioso, conocido como aristocrático, con cuerpo  de forma de botella. Son las castas privilegiadas  y oligárquicas. Mala administración del oro, el azúcar los lleva a la quiebra, solo parasitado el Estado, al cual se engulle los mantiene vivos.

Los negros, mestizos trabajadores, tenemos la carga de la opresión, baja estima social, la falta de cuchara, el rechazo social, enajenados y alienados, seres indignos.

Los negros: Makandal, en 1751 y Toussaint Louverture, líderes del primer levantamiento de  negros y revolución haitiana, que eliminó la esclavitud, reivindicada por la solidaridad del presidente hatiano Alejandro Petión, quien le donó 6 mil fusiles, con sus bayonetas, municiones, víveres, una imprenta completa, el flete de algunas goletas y una importante suma de dinero, al gran libertador de América, Simón bolívar, en 1816. Paralelo con este surgieron  negros emperadores, como Henri Christofe, proclamado rey en 1811 y Soulouque, desde el 1847 al 1849.

Del vecino Haití, casi en la frontera dominico-haitiana, de Hinchas, saldría del ejército, el macabro Pedro Santana, emigrando a la parte Este y amancebándose con una rica dueña de grandes hatos ganaderos.

La obra de Juan Pablo Duarte, quien siempre dispuso de alimentos, educación, prestancia social, fue castrada, casi natimuerta, emitió Santana el decreto 210, donde el Estado era él, con autoridad de nombrar, cancelar, juzgar y fusilar. Fue Santana quien ignoró la primera constitución dominicana, y para que no hubiera duda de su resentimiento y crueldad,  fusiló a una mujer, la que había bordado la primera bandera, María Trinidad Sánchez.

El rosario de perversidad, lo encontramos en la mancuerna de Ramón Buenaventura Báez Méndez, cinco veces presidente y Santana, según Diógenes Céspedes en su columna  “Criticas” sobre temas Oligárquicos, periódico Hoy 2011. El origen histórico de la de la oligarquía de la sociedad dominicana, descansa en una triada formada por un sacerdote, una mujer casada, infiel a su marido y la hija de una esclava ignorada, mientras confesaba a una doña de primera, el padre Antonio Sánchez Valverde (1734-1791), abogado de las Casas Reales de Madrid, embarazó a una dama esposa de un platero, quien dio su apellido a Pablo Altagracia Báez (hijo bastardo), quien se uniría familiarmente a la ex-esclava Teresa Méndez (camateta), de donde nació Ramón Buenaventura Báez Méndez, inteligente y hábil, y su hermano Benjamín, éste de ideales democráticos.